El Callejón del Peligro

No creáis que llevo un mes de brazos cruzados pero es que se me ha ido un poco de las manos la entrada que estoy preparando: mucha documentación, mucho contrastar y muchas fuentes que consultar. Pronto verá la luz o eso espero. Y mientras tanto, hoy os traigo otra sobre nuestro callejero y, al igual que la Calle de las Damas, con un nombre muy literario: el Callejón del Peligro.

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Carbonería de la Calle Mayor, por Antonio Cerezo (años 50-60). Estuvo situada, en parte, dónde existió el Callejón del Peligro.

Durante siglos, el Callejón del Peligro fue una vía más del callejero complutense. Ubicado entre la Calle Mayor y la Calle Escritorios, a las que conectaba, las crónicas nos lo describen como un callejón angosto y oscuro, una fisionomía que encaja perfectamente en la barriada a la que pertenecía: la judería de Alcalá. Su trazado no es el actual de entrada a la Plaza de Irlandeses sino que discurría por donde hoy están los edificios al oeste de dicha plaza. Su entrada por Calle Mayor estaba dónde hoy se encuentra la tienda de segunda mano mientras que su desembocadura a la Calle Escritorios hoy es la entrada a un garaje. Sin embargo, acabó siendo cerrado en el siglo XVII tras construirse el Colegio de los Irlandeses, llegando a ganar un pleito la esposa del fundador, Beatriz de Silveira, contra aquellos que pensaban que el perjuicio de su cierre era demasiado grande. Y es que, al clausurarse, solamente quedó una conexión entre la Calle Mayor y Escritorios: la Calle del Carmen Calzado, antiguamente conocida como Calle de los Monteros. Las razones que la baronesa aducía eran bien simple: evitar que se turbara la paz de los estudiantes de su colegio. Pero…¿Por qué una pequeña vía urbana podía dar lugar a ello?

Calle Escritorios, por Baldomero Perdigón (1963) A la derecha, el Colegio de los Irlandeses y la tapia que cerró el Callejón del Peligro.

El nombre del callejón no era algo banal. Su forma estrecha y su ausencia de luz hacían que fuera el lugar ideal para algo tan de aquellos tiempos como los duelos. Allí se daban cita estudiantes, villanos y otras gentes para resolver sus disputas con las armas. Por ello, ese callejón se convirtió en un lugar muy poco recomendable, más al caer la noche, debido a las frecuentes riñas, trifulcas, pendencias, robos e incluso asesinatos que allí se cometían.

El paso estuvo clausurado hasta la segunda mitad del siglo XX. Hoy ya no existe, ni siquiera en el callejero, puesto que los bloques de pisos de la Plaza de los Irlandeses del lado occidental ocupan gran parte de su trazado, manteniéndose tan solo un trozo de la tapia que lo cerró en la Calle Escritorios. Pero sí nos pervive el recuerdo de aquel callejón en el que los alcalaínos, estudiantes y forasteros resolvían sus disputas a espada y estoque bajo el amparo de la oscuridad de la noche.

Acerca de José Antonio Perálvarez

Profesor de Secundaria, Licenciado en Historia, Experto en Gestión de la Información y Guía Turístico de Cervantalia. Complutense y amante de nuestra ciudad
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