La elección del Rector de la Universidad de Alcalá

El Cardenal Cisneros desarrolló en su ciudad de Alcalá un nuevo concepto de universidad, más adecuada a los vientos renacentistas y humanistas que las de tradición medieval. De hecho, nuestra universidad está considerada la primera ciudad universitaria del mundo por su planificación urbanística copiada más tarde en la creación de las universidades americanas. También el plan de estudios se adecuaba más al humanismo, con una presencia muy importante de las lenguas clásicas. Pero lo que de verdad pretendía Cisneros en Alcalá era crear un lugar donde los religiosos pudieran tener una profunda formación teológica de una manera más libre que en otras universidades, formando así a las bases de la Iglesia con el objetivo de recuperar la pureza de los primeros tiempos del cristianismo. Y esto era imposible sin que la Universidad fuese una entidad propia e independiente que consiguió gracias a las Constituciones del Colegio Mayor de 1510. Una ciudad independiente que era gobernada por los propios estudiantes: una verdadera república estudiantil.

Colegio Mayor de San Ildefonso. Fotografía de Hauser y Menet (1891)

Aunque el primer curso de la Universidad de Alcalá fue el de 1508, no sería hasta el 22 de enero de 1510 cuando fueron promulgadas las Constituciones del Colegio Mayor de San Ildefonso en presencia del Cardenal Cisneros. En palabras de la profesora Dolores Cabañas, con este solemne acto la comunidad del nuevo colegio de escolares de 1499 se convirtió en una universitas, es decir, en una comunidad universitaria con personalidad jurídica propia. Asi pues, las Constituciones serán un auténtico corpus jurídico y administrativo por el que se regirá no solo el Colegio Mayor sino también la Universidad. Este extraño orden (primero apertura y luego normativa) se debió al deseo del fundador en comprobar si era factible este nuevo concepto de universidad que estaba creando en su ciudad de Alcalá y así poder pulir los defectos que tuviera.

«Cisneros» por Pérez Dola. Ilustración aparecida en «La Esfera. Ilustración Mundial» el 11/06/1921.

Las Constituciones del Colegio Mayor de San Ildefonso, dictadas por Cisneros, se dividen en 72 títulos que versaban sobre la estructura y gobierno de la institución, el ordenamiento académico, la organización administrativa y las celebraciones. El manuscrito original fue depositado en el archivo universitario pero como todos los colegiales tenían la obligación de conocerla se realizaron dos copias: una estaba en la biblioteca, accesible a todos los estudiantes, mientras que la otra era para el Rector, siéndole así más cómodo acceder a ellas cuando lo necesitase. Además, se leía en voz alta tanto en la comida como en la cena del primer día de curso.

Constituciones del Colegio Mayor de San Ildefonso. Edición de 1627.
Fuente: Wikipedia

Es en los títulos 2 y 3 donde se desarrolla la organización directiva del Colegio Mayor. Así, en el breve título 2 llamado «Del Rector y consiliarios del Colegio» se explica que son los 33 colegiales mayores los responsables de elegir a uno de ellos como Rector y a 3 como consiliarios, encargándose del gobierno de la Universidad. Dicha elección se realizaba el 17 de octubre, víspera de San Lucas Evangelista, no pudiendo rechazar los puestos bajo pena de expulsión del Colegio.

Cardenal Cisneros (1864) por José Vilches.

El proceso electivo se desarrolla en el título 3 llamado «De la forma de elegir al Rector y consiliarios». El Cardenal Cisneros  insistió mucho en la importancia de esta elección anual, debiendo poner especial esmero y cuidado en la elección del Rector. Por ello recomienda en las Constituciones que el elegido debía aventajar a los demás en méritos, virtudes y experiencia. Ocho días antes de la elección, el Rector saliente comunicaba al claustro de colegiales la cercanía de la votación y les conminaba a pensar su voto en aquel que fuera más apto para el mismo tal y como era deseo del fundador.

Pozo del Patio de Santo Tomás de Villanueva. Fotografía José Antonio Perálvarez

Llegado el 17 de octubre y después de la celebración de una misa por la mañana, se convocaba el claustro. El capellán mayor y el notario del Colegio, los encargados de asegurar la limpieza del proceso, prometían guardar secreto y recibían el juramento de los colegiales de elegir al más apto como Rector y a los más capaces para el consejo como consiliarios. Una mano anónima se encargaba de escribir todas las papeletas para evitar autovotaciones y se designaba a un colegial para que las marcase a fin de evitar manipulación en los votos. En estas cédulas, repartidas por el Rector, aparecían los nombres de todos los colegiales que cumplían los requisitos para ser elegidos, excluyéndose los cargos salientes pues estaba prohibido ser reelegido. Cada colegial depositaba el voto en el lugar convenido de manera secreta y las sobrantes se devolvían al Rector y consiliarios salientes para evitar pucherazos. Ya estaba realizada así la votación.

Santo Tomás de Villanueva dando limosna a un pobre (s.XVII)
Altorrelieve situado en el Patio de Santo Tomás de Villanueva del antiguo Colegio Mayor de San Ildefonso. El santo va vestido de colegial, portando la beca sobre los hombros

El escrutinio era llevado a cabo por el Rector, los capellanes mayores y el notario existiendo un total de hasta tres vueltas. Para ser elegido Rector en la primera elección debían conseguir una mayoría de votos que no especifica pero podemos entender como la mitad más uno. Si esto no ocurriese, se escogían a los que habían recibido más de seis votos para ser los candidatos en una segunda elección. Y si aún así no existiera un colegial que hubiera recibido una mayoría de votos, se realizaría una tercera en la que ganaría el que recibiese más apoyos. En el hipotético caso de que hubiera empate y para evitar conflictos entre ellos, el capellán que había celebrado la misa escogía al azar sacando una papeleta. Tras la elección del Rector, se repetiría el proceso para escoger, uno a uno, a los consiliarios.

Lección de Teología en la Universidad de Salamanca, por Martín de Cervera (1614)
Pintado en la puerta de un armario de la Biblioteca de la Universidad Salmantina, en el alumnado podemos ver estudiantes con birretes y gorrones.

Los colegiales debían estar presentes en todo momento bajo pena de privación del voto y de pérdida de vestuario, que les era entregado gratuitamente, no pudiendo salir del claustro hasta terminada la elección. Solamente aquellos que estuviesen impedidos por enfermedad o los que no se hallasen en Alcalá por intereses del Colegio tenían permiso para no estar presentes pero sin poder delegar su voto. Por lo que eran solamente los colegiales presentes los que elegían los cargos directivos.

Reproducción del traje de Colegial Mayor. Ropaje donado por Francisca García Manzano al Museo Cisneriano del Palacio Laredo.
Fotografía: Raimundo Pastor

Como el cargo era anual, este proceso se repetía cada año el día anterior al inicio del curso, el 18 de octubre. Así es como el Cardenal Cisneros dispuso que fuera elegido el gobierno de la Universidad. Una auténtica democracia estudiantil en pleno siglo XVI.

Acerca de José Antonio Perálvarez

Profesor de Secundaria, Licenciado en Historia, Experto en Gestión de la Información y Guía Turístico de Cervantalia. Complutense y amante de nuestra ciudad
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