La nevada complutense

Las novatadas son una de las tradiciones más antiguas que existen en la Universidad. Si bien nunca han sido oficialmente aceptadas, hunden sus raíces en la Edad Media al nacer al mismo tiempo que las instituciones universitarias. En el caso de Alcalá, las novatadas surgieron ya en los tiempos de Cisneros y llegaron a alcanzar incluso a los opositores a las cátedras, es decir, a los profesores. Muestra de ello es la novatada que ya os conté, llevar al pozo. Hoy os traigo otra muestra de esas antiguas bienvenidas universitarias: la gran nevada complutense.

Colegio Mayor de San Ildefonso, por Hauser y Menet (1891)

Colegio Mayor de San Ildefonso, por Hauser y Menet (1891)

La nevada complutense era una novatada estudiantil muy recurrente en nuestra Universidad. De hecho estaba tan extendida que no solo se realizaba a los novatos sino que también la recibían aquellos que habían suspendido el examen de doctorado como parte de la humillación que los estudiantes les infligían. Realmente no tiene mucha historia pues consistía en escupirle hasta que sus oscuros mantos estuvieran blancos como si les hubiera nevado encima.

Nevada complutense

Nevada complutense

No conocemos nombres concretos de estudiantes que hubieran recibido esta novatada aunque es probable que muchos de los más famosos estudiantes de la Universidad la sufrieran. De hecho, es muy probable que el propio Francisco de Quevedo, que fue estudiante de Alcalá durante cinco años, sufriera y realizara esta novatada puesto que hace partícipe de ella a uno de los personajes más famosos de nuestra literatura: el Buscón.

Entré en el patio, y no hube metido bien un pie, cuando me encararon y comenzaron a decir: -«¡Nuevo!». Yo, por disimular di en reír, como que no hacía caso; mas no bastó, porque, llegándose a mí ocho o nueve, comenzaron a reírse. Púseme colorado; nunca Dios lo permitiera, pues, al instante, se puso uno que estaba a mi lado las manos en las narices y, apartándose, dijo:
-Por resucitar está este Lázaro, según olisca.

Y con esto todos se apartaron tapándose las narices. Yo, que me pensé escapar, puse las manos también y dije: -V. Mds. tienen razón, que huele muy mal.

Dioles mucha risa y, apartándose, ya estaban juntos hasta ciento. Comenzaron a escarrar y tocar al arma, y en las toses y abrir y cerrar de las bocas, vi que se me aparejaban gargajos. En esto, un manchegazo acatarrado hízome alarde de uno terrible, diciendo:
-Esto hago.
Yo entonces, que me vi perdido, dije:
-¡Juro a Dios que ma…!

Iba a decirte, pero fue tal la batería y lluvia que cayó sobre mí, que no pude acabar la razón. Yo estaba cubierto el rostro con la capa, y tan blanco, que todos tiraban a mí; y era de ver cómo tomaban la puntería. Estaba ya nevado de pies a cabeza, pero un bellaco, viéndome cubierto y que no tenía en la cara cosa, arrancó hacia mí diciendo con gran cólera:
-¡Baste, no le déis con el palo!
Que yo, según me trataban, creí dellos que lo harían. Destapéme por ver lo que era, y, al mismo tiempo, el que daba las voces me enclavó un gargajo en los dos ojos. Aquí se han de considerar mis angustias. Levantó la infernal gente una grita que me aturdieron. Y yo, según lo que echaron sobre mí de sus estómagos, pensé que por ahorrar de médicos y boticas aguardan nuevos para purgarse. Quisieron tras esto darme de pescozones, pero no había dónde sin llevarse en las manos la mitad del afeite de mi negra capa, ya blanca por mis pecados. Dejáronme, y iba hecho zufaina de viejo a pura saliva. Fuime a casa, que apenas acerté, y fue ventura el ser de mañana, pues sólo topé dos o tres muchachos, que debían de ser bien inclinados, porque no me tiraron más de cuatro o seis trapajos, y luego me dejaron.

La próxima vez que visitéis la Universidad y piséis el patio de Santo Tomás de Villanueva, pensad que estáis en el lugar donde el Buscón recibió esta novatada en la obra. Estaréis viviendo literatura.

Y hay quien se queja de las bromas actuales cuando somos meros amateur

Acerca de José Antonio Perálvarez

Profesor de Secundaria, Licenciado en Historia, Experto en Gestión de la Información y Guía Turístico de Cervantalia. Complutense y amante de nuestra ciudad
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2 respuestas a La nevada complutense

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