Los clavos del Colegio de los Irlandeses

En Alcalá hay muchos secretos ocultos en nuestros edificios y rincones. Algunos están escondidos y son difíciles de ver si no se pone atención, mientras que otros están a la vista de todos pero nunca nos paramos a pensar en su significado. La entrada de hoy versa sobre uno de este segundo grupo, que me descubrió el investigador complutense Vicente Fernández hace unos días: los clavos del Colegio de los Irlandeses.

Colegio de San Patricio, de San Jorge o de los Irlandeses antes de su restauración, por Baldomero Perdigón (1963)

El Colegio de San Patricio o Colegio de San Jorge (que ambos nombres tuvo) ha pasado a la historia de la ciudad de Alcalá con el nombre coloquial de Colegio de los Irlandeses. Fundado en 1630 y refundado entre 1645 y 1649, fue creado como colegio-seminario para que estudiantes de Teología de Irlanda, Holanda y Flandes pudieran formarse en la Fe católica ante la imposibilidad de hacerlo en su patria. Estuvo en funcionamiento hasta  1785, cuando Carlos III lo fusionó con el salmantino y desapareció el de Alcalá. El edificio salió a subasta y fue comprado por los Condes de Revillagigedo. Y es aquí dónde comienza el meollo de la cuestión.

Corría el año de 1818. En aquel tiempo la casa tenía como dueños a Dª. Carlota Luisa de Güemes y Muñoz de Loaisa, IV Condesa de Revillagigedo y Grande de España,  y a su esposo, D. José María Fernández de Córdoba y Cascajares. Este último, Marqués de Canillejas, llegó a ser embajador real en Francia y Portugal. Su posición como diplomático le permitió entrar en el círculo más cercano de Fernando VII, quien mostró su aprecio por él otorgándole el título de Gentilhombre de Cámara. ¿Qué tiene que ver esto con unos clavos?

Es muy sencillo: Fernando VII era amigo de la pareja y durante una visita a Alcalá hizo algo fuera de lo común: dormir fuera del Palacio Arzobispal, residencia habitual de la corona en nuestra ciudad. Y es que el monarca prefirió descansar en casa de sus amigos, los Condes de Revillagigedo. Es decir, en el antiguo Colegio de los Irlandeses.

El hecho de que Fernando VII durmiera allí, confería a la casa el grado de residencia real y los Condes de Revillagigedo quisieron que se perpetuara en el tiempo el recuerdo que aquel alojamiento. Retomaron una antigua costumbre que decía que aquellos lugares donde hubiera dormido el rey, tenían el derecho de colocar sobre la puerta unas cadenas como recuerdo de aquel acontecimiento. Durante casi dieciseis años, momento en el que fueron retiradas, esas cadenas decoradas se convirtieron en un elemento más de la Calle Escritorios de Alcalá, sujetadas por los tres clavos que aún hoy quedan sobre la puerta del edificio.

Clavos sobre la puerta del Colegio de los Irlandeses. Fotografía José Antonio Perálvarez

 

Aquella muestra de orgullo de los Condes desapareció pero no sin dejarnos su recuerdo en los tres clavos de la puerta del Colegio de los Irlandeses.

Acerca de José Antonio Perálvarez

Profesor de Secundaria, Licenciado en Historia, Experto en Gestión de la Información y Guía Turístico de Cervantalia. Complutense y amante de nuestra ciudad
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